viernes, 18 de marzo de 2011

BOTÓN DEL SEMÁFORO

Pues si, amigos. Hoy vengo a estrenar una nueva sección. Es la hermana gemela de "Grandes inventos inútiles de la humanidad", que se llama "Grandes pensamientos inútiles del ser humano".

Hay un pensamiento que yo tengo, que es posiblemente el más inútil de toda la humanidad. No le diré por aquí. Algún día lo diré en "Aproximaciones", porque por muy inútil que sea no puedo dejar pasarlo por alto. Hay veces que de verdad pongo en duda la inteligencia del ser humano.

Hoy os hablaré de los botones de los semáforos. Un invento que, por tonto que parezca, ayuda a mejorar la fluidez del tráfico, aunque por otro lado a veces puede resultarnos una putada para los peatones.

Su utilidad es tremendamente sencilla, y su forma de actuar, otro tanto. Pulsamos el botón y envía una señal que hará que el semáforo cambie cuando el semáforo contrario tambien lo haga. Porque los semáforos están conectados unos con otros. Ahora llamadme listillo por contaros algo que en teoría sabemos todos.

Vale. Ya hemos pulsado. ¿Sabéis lo que toca hacer ahora? Toca esperar. El problema es que no cambia y nos ponemos nerviosos. Puede ocurrir una o dos cosas, dependiendo si eres niño o adulto. Si eres un niño, pulsarás muchas veces, porque cuantas más veces pulses, más rápido cambiará. Imaginación infantil. Me encanta, porque tiene una teoría bastante cercana a la realidad, pero por desgracia a veces falla, y ésta es una de ellas.

Ahora vayamos a las posibilidades si eres adulto. La primera opción es que te pongas de mala ostia y golpees el botón con dureza, mientras en tu mente corre un "cámbiate ya, hijo de puuuuuuuta". Aunque parezca alucinante, esta es la única opción que veo normal.


La opción anormal es acercarse y pulsar el botón de nuevo, CREYENDO que cuantas más veces pulsemos, más rápido se cambia. O peor aún, CREYENDO que la vez anterior que el botón fue pulsado, no recibió bien la orden. Lo malo es cuando la gente pulsa por segunda vez y cambia al momento. Se creen que ha sido gracias a ellos, cuando en realidad es gracias al minuto que suele tardar de media uno de estos semáforos en cambiar.

Otra cosa bonita que se ve en este tipo de semáforos es cuando hay veinte gilipollas parados esperando a que ocurra el milagro. Lo cuento así porque te diriges al semáforo, y ves que nadie ha tenido la decencia de pulsar el botón. Y lo pulsas de mala ostia. Yo he decidido una cosa. Si algún día voy sin prisa y nadie ha pulsado el botón, yo no lo pulsaré. Sacaré la cámara y grabaré en vídeo la escena, lógicamente, con su posterior subida a Youtube.

Me despido aquí, blogueros. Hasta mañana.




2 comentarios:

Saritapd dijo...

Jajaja lo último me ha pasado más de una vez XD
Y yo esperando y esperando y llega un hombre y pum y le da.
Después se nos queda mirando a todos los que estábamos como diciendo: ainsss como está la gente.
Muy bueno!!

Anónimo dijo...

jajaja XD